Herkules walczący z lwem nemejskim

Herkules walczący z lwem nemejskim
Hércules lucha con el león de Nemea
Ilustracja
Autor

Francisco de Zurbarán

Data powstania

1634

Medium

olej na płótnie

Wymiary

151 × 166 cm

Miejsce przechowywania
Miejscowość

Madryt

Lokalizacja

Prado

Herkules walczący z lwem nemejskim (hiszp. Hércules lucha con el león de Nemea) – obraz olejny namalowany przez hiszpańskiego malarza Francisco de Zurbarána w 1634, znajdujący się w zbiorach Muzeum Narodowego Prado w Madrycie[1].

Opis

Obraz Francisco de Zurbarána przedstawia pierwszą z dwunastu prac, jakie Herakles (w mitologii rzymskiej występuje jako Herkules) musiał wykonać dla króla Myken Eurysteusza w ramach pokuty za zabicie własnej żony i dzieci. Zadaniem herosa Heraklesa było zabicie lwa nemejskiego siejącego postrach w dolinie Nemei i zdarcie z niego odpornej na każde ostrze skóry.

Malarz przedstawił tę scenę w surowym, kamienistym miejscu, które jest schronieniem lwa. Herakles po atakach z wykorzystaniem strzał, miecza i maczugi, które nie wyrządziły potworowi żadnej szkody, chwyta lwa w śmiertelnym uścisku. Na obrazie głowa zwierzęcia jest elementem, który wieńczy piramidalną kompozycję uformowaną przez dwie splecione postacie, chociaż lewe ramię Heraklesa jest częściowo zasłonięte przez głowę bestii, która na nim spoczywa. Dramatyzm sceny jest dodatkowo podkreślony przez wieczorne światło, które oświetla ciało Heraklesa, wydobywając jego potężną muskulaturę i wysiłek[1].

Herakles po zabiciu lwa zaniósł trofeum do Myken, gdzie ściągnął z potwora skórę, używając do jej przecięcia ostrych pazurów zwierzęcia. Chodził potem w skórze lwa nemejskiego, używając jej jako pancerza, a głowa bestii służyła mu jako hełm.

Przypisy

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Hércules lucha con el león de Nemea, por Zurbarán.jpg
Un temible león asolaba la región de Nemea y atemorizaba a sus habitantes, impidiendo el normal desarrollo de sus tierras. Los doce trabajos de Hércules del marqués de Villena, junto a la Filosofía secreta de Juan Pérez de Moya (1585) y el Teatro de los dioses de la gentilidad de Baltasar de Victoria (1620-1624), fueron seguramente los textos de referencia para la concepción de la serie sobre los trabajos de Hércules destinada al Salón de Reinos. Villena ambientó esta escena en un paraje abrupto y pedregoso que se había convertido en refugio del león, y así se ilustra en la estampa que acompaña su narración. Zurbarán dio a su paisaje ese mismo aspecto, algo que, en cambio, no aparece en las otras fuentes grabadas que se suelen proponer como las principales referencias compositivas del pintor. Hablamos de las series de que sobre el mismo tema realizaron Cornelis Cort (1533-1578), a partir de dibujos de Frans Floris, y Hans Sebald Beham, este último en la década de los cuarenta del siglo XVI. Para este episodio el extremeño siguió la estampa de Cort en lo que se refiere a la disposición del héroe, y a Beham en la concepción y situación del león, de pie en el momento en que Hércules se abalanza hacia él y lo asfixia con los brazos tras aturdirlo con el garrote, que aparece en la pintura de Zurbarán en primer término, en el suelo. Villena se refiere a este momento y subraya la fiereza del animal. En esta pintura, es la cabeza del animal el elemento que corona la composición piramidal que dibujan las dos figuras entrelazadas, toda vez que la de Hércules se oculta parcialmente con el antebrazo derecho. El dramatismo de la escena se subraya además por la elección de una luz de atardecer que baña el cuerpo de Hércules remarcando su fuerte musculatura y el esfuerzo del momento, un recurso que se repetirá en todo el conjunto para hacer destacar a héroe, con el que se sentía emparentado Felipe IV como legítimo sucesor de los Habsburgo y titular del trono español. Como ocurre en otras historias en las que Hércules vence a un monstruo o animal fabuloso tras una difícil lucha, el triunfo sobre el león de Nemea simboliza tanto el valor del héroe, y con él, el del rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia. A propósito de este episodio concreto, el marqués de Villena ve en el león de Nemea una representación de la soberbia y de los vicios, un animal al que Hércules, al despojar de su piel, doblega para devolver la virtud y la paz a los estados. Tras matar al león, Hércules lo despellejó para convertir la piel en su vestidura, pasando a ser uno de sus atributos característicos, que se consideraba también elemento de protección (Texto extractado de Ruiz, L. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 148).