Salon Królestw

(c) Luis García, CC BY-SA 3.0 es
Muzeum Wojska w Madrycie

Salon Królestw (hiszp. Salón de Reinos) – dawna sala tronowa pałacu Buen Retiro w Madrycie, mieszcząca obecnie część ekspozycji Museo del Ejército (Muzeum Wojska)[1].

Jej dekoracja w latach 30. XVII wieku ma doniosłe znaczenie dla historii sztuki, gdyż uczestniczyli w niej najwięksi artyści hiszpańskiego Złotego Wieku, jak Diego Velázquez, czy Francisco de Zurbarán.

Historia

Portret konny króla Filipa IV
Portret konny infanta Baltasara Carlosa
Portret konny króla Filipa III
Zdobycie Rheinfelden
Ocalenie Genui przez drugiego markiza de Santa Cruz
Obrona Kadyksu przed Anglikami
Śmierć Herkulesa

Salon Królestw zbudowano w latach 1630–1633. Wziął on swą nazwę od 24 herbów królestw wchodzących w skład monarchii hiszpańskiej w czasach panowania Filipa IV namalowanych na sklepieniu sali. Sala zajmowała znaczną przestrzeń północnego skrzydła pałacu Buen Retiro o wymiarach 34,6 × 10 m[2].

Do dekoracji tejże sali przywiązywano ogromne znaczenie z uwagi na to, że służyła ona jako sala tronowa i jako taka miała do spełnienia pewną funkcję prestiżową i psychologiczną. Chodziło o wywołanie odpowiedniego wrażenia na ambasadorach państw ościennych i innych osób uczestniczących w oficjalnych audiencjach u władcy największego ówczesnego imperium. Do ozdobienia Salonu Królestw król zaangażował znakomitych artystów hiszpańskich Velazqueza, Zurbarána, Antonio de Peredę, Juana Bautistę Maíno, Eugenio Cajésa, Félixa Castelo, oraz dwóch Włochów Juseppe Leonardo i Vicente Carducho (Vincenzo Carducci).

Ściany zakryto niemal w całości obrazami sztalugowymi przedstawiającymi sukcesy militarne Hiszpanii oraz portretami członków rodziny królewskiej. Dłuższe boki prostokątnej sali poświęcono tematyce wojennej umieszczając tam 12 obrazów ukazujących bitwy wygrane przez wojska Filipa IV w początkach panowania. Każdy z tych obrazów namalował inny artysta. Pomiędzy nimi, nad oknami, zawieszono 10 obrazów przedstawiających czyny Herkulesa autorstwa Zurbarána. Tematyka również nie była przypadkowa, gdyż Habsburgowie uważali się za potomków tego mitycznego herosa. Krótsze południową i północną ścianę sali udekorowano obrazami autorstwa ulubionego malarza królewskiego Diego Velázqueza. Na ścianie północnej pomiędzy tronem królewskim ulokowano konne portrety rodziców króla Filipa IVFilipa III i Małgorzaty Austriaczki, na ścianie przeciwnej, co w zamierzeniu miało dodatkowy efekt psychologiczny dla osób wychodzących z sali, ulokowano konne portrety króla Filipa IV i jego żony Elżbiety Burbon oraz nad wejściem (stąd charakterystyczna forma przedstawionej postaci) portret następcy tronu Baltasara Carlosa – symbolizujące dziedziczność monarchii i kontynuację dynastii.

Herby

Uzupełnienie ideowej dekoracji sali stanowiły 24 herby królestw, których dziedzicznym lub tytularnym władcą był Filip IV:

Ponadto Filip IV nosił tytuł Arcyksięcia Austrii, księcia Burgundii, Brabantu i Mediolanu, hrabiego Habsburga, Flandrii, Tyrolu i Barcelony, Pana Vizcayi i Moliny.

Obrazy w Salonie Królestw

Ściana południowa (wejście)

Ściana północna (tron królewski)

Obraz autorstwa Diego Velázqueza, olej na płótnie (300 × 314 cm), Prado

Obraz autorstwa Diego Velázqueza, olej na płótnie (297 × 309 cm), Prado

Ściana wschodnia

Obraz autorstwa Juana Bautisty Maíno, olej na płótnie (290 × 370 cm), Prado

  • Ocalenie Genui przez drugiego markiza de Santa Cruz

Obraz autorstwa Antonio de Pereda y Salgado, olej na płótnie (290 × 370 cm), Prado

Obraz autorstwa Vicente Carducho, olej na płótnie (297 × 365 cm), Prado

Obraz autorstwa Juseppe Leonardo, olej na płótnie (307 × 381 cm), Prado

Obraz autorstwa Diego Velázqueza, olej na płótnie (307 × 367 cm), Prado

Obraz autorstwa Francisco de Zurbarána, olej na płótnie (302 × 323 cm), Prado

Nad oknami rozlokowano 5 obrazów Zurbarána przedstawiających czyny Herkulesa:

Ściana Zachodnia

Obraz autorstwa Félixa Castelo, olej na płótnie, Prado

Obraz autorstwa Eugenio Cajésa, olej na płótnie (290 × 344 cm), Prado

Obraz autorstwa Vicente Carducho, olej na płótnie, Prado

Obraz autorstwa Vicente Carducho, olej na płótnie, Prado

Nad oknami rozlokowano 5 obrazów Zurbarána przedstawiających czyny Herkulesa:

Przypisy

  1. Museo del Ejército - Historia del museo, ejercito.defensa.gob.es [dostęp 2021-02-05].
  2. Salón de Reinos in the Buen Retiro Palace, Turismo Madrid [dostęp 2021-02-05] (ang.).

Linki zewnętrzne

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Hércules lucha con la hidra de Lerna, por Zurbarán.jpg
En esta escena Hércules debe enfrentarse a un animal fabuloso que representa un peligro para los hombres y simboliza los males y los vicios a los que el hijo de Zeus y de Alcmena vence tras probar su astucia y fuerza. El mal aparece representado por una sierpe de extraña figura con muchas cabezas a la cual decían hidra y tenía tal naturaleza que por una cabeza de aquellas que le fuere tajada le nacían tres, en manera que cuanto más trabajaran en su muerte [...] tanto más ella por su naturaleza multiplicaba su vida. Así inicia Enrique de Villena el relato del terrible peligro que representaba la hidra, cuyo final habían intentado los habitantes de la pantanosa región de Lerna, cerca de Argos, donde no había descanso ni paz a causa del dañino monstruo. Para resolver esta situación, Hércules, cubierto con la piel del león de Nemea que ya había matado en el episodio anterior (P1243), tuvo que sustituir la fuerza por el ingenio. La hidra fue acorralada y destruida por medio del fuego y enterradas luego sus cenizas. En sintonía con otros de los cuadros de la serie, Zurbarán destaca la poderosa figura de Hércules en el centro de la escena, en plena ejecución del castigo al monstruo y fuertemente iluminado frente a la oscuridad que envuelve el fondo. De nuevo, el pintor se apoyó para resolver la composición en las estampas de Cornelis Cort, tomando aspectos de varios episodios de la serie flamenca, aunque especialmente de la del mismo tema, donde figura también el sobrino del protagonista, Iolao. Éste, apareciendo por la derecha de la escena, porta la tea encendida que consumaría la destrucción de la hidra. De la misma estampa se toma el cangrejo situado a los pies del héroe -en el grabado, asoman además una serie interminable de animales que incluía escorpiones-, y de cuya presencia encontramos una explicación en la obra de Baltasar de Victoria, quien cuenta que salió un cancro de la Laguna Lerna a dar ayuda a la portentosa Hidra. Las principales diferencias con la representación del grabador Cornelis Cort las hallamos en el escenario donde transcurre el episodio, cerrado y claustrofóbico en la pintura de Zurbarán, muy alejado del exterior luminoso de la propuesta del flamenco. Varían también los tipos humanos, revestidos en el lienzo de un carácter tosco y popular que quizás pretendía españolizar el mito. Las bruñidas cabezas, ejecutadas de una manera muy sumaria en relación con el modelado de los cuerpos, se destacan por su tono tostado, como si estuviéramos ante aldeanos que se hubieran desprendido de su vestimenta para la ocasión (Texto extractado de Ruiz, L. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 149).
Muerte de Hércules, por Zurbarán.jpg
En este episodio, que narró Baltasar de Vitoria con amplios detalles, se ilustra la muerte del hijo de Júpiter. En el texto se cuenta cómo el héroe mató al centauro Neso por haber querido forzar a Deyanira, recién casado con Hércules. Tras la boda, al tiempo de pasar el río Eveno que corre por la Etholia no fue posible vadearle, por ir muy crecido. Acaeció de hallarse allí el Centauro Nesso que se ofreció a pasar a Deianira, [...] cuando llegó a la otra parte, oyó voces, y gritos de Deianira porque Neso quería forzarla, a cuya defensa llegó Hércules y queriéndosele escapar el centauro, le arrojó una saeta de las que traía ensangrentada con la sangre de la ponzoñosa hidra. Zurbarán sugiere esa secuencia en el frondoso paisaje del fondo, donde Neso, que repite la figura del centauro de la serie grabada por Hans Sebald Beham, huye, con los brazos en alto, herido de muerte por la flecha recién clavada en su espalda. Antes de morir desangrado, Neso entrega una camisa envenenada a Deyanira, con la mentira de que, si Hércules la utilizaba, convertiría en aborrecibles al resto de las mujeres. Deyanira entrega a su esposo la prenda en un ataque de celos contra Iole, la hija del rey de Etolia: Él se la vistió, y como el veneno era tan activo y tan eficaz, se entró luego por las carnes, calándole hasta los huesos de suerte que se abrasaba en vivo fuego. Después hizo una hoguera con grandes árboles que arrancó y tendiendo allí la piel del león Nemeo que le había servido de arma defensiva en sus lides, y poniendo la clava o maza por cabecera, entregó sus saetas y arco a Phiocteres, diciendo que no se podía ganar Troya sin ellas, puso fuego a la leña y allí se consumió y abrasó. Y quemando el fuego la parte que tenía de humano, por mandato de Júpiter y consentimiento de los demás dioses, le subieron al Cielo y fue contado en el número de ellos. A este episodio se le ha dado un significado en clave dinástica y glorificadora en la que el fuego aporta un elemento ritual a la apoteosis del ascendiente mítico del rey español. Serrera justifico el hecho de que Zurbarán prefiriera representar a Hércules sufriente por su simbolismo cristiano. Además la imagen del héroe divinizado podría apartarse de la visión general de la serie, requiriendo un tratamiento compositivo bien diferenciado y que, quizás, excedía las posibilidades expresivas del artista. Para conformar la figura de Hércules, los especialistas han sugerido distintas fuentes. Soria avanzó una probable inspiración en la escultura de San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano (Sevilla, Museo de Bellas Artes), mientras que Guinard propuso una estampa del francés Gabriel Salmon, fechada en 1528, que resulta una inspiración más directa, pues incluye el gesto crispado de Hércules, los troncos de la pira que en la pintura se insinúan detrás del héroe, o la representación del arco y la clava en el primer término, a los que también hace alusión el texto de Vitoria. El artista debió de estudiar muy bien este asunto, y se aprecia el cuidado con que fue realizado. La vestimenta blanca recuerda al primoroso pintor de hábitos que fue Zurbarán y la cabeza tiene detalles que sorprenden si se piensa en el destino de la tela -ser colocada a unos tres metros de altura-, pues el pintor se preocupó de iluminar con finísimos toques de pincel el ojo, la nariz y la dentadura. Algo parecido podríamos decir de las numerosas y minúsculas pinceladas que tratan de reproducir las llamas que se desprenden de la figura de Hércules, y que contrastan con las soluciones abocetadas con las que pinta una gran parte de los lienzos de esta serie (Texto extractado de Ruiz, L. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 165).
El socorro de Génova por el II marqués de Santa Cruz (Antonio de Pereda).jpg
La obra representa al dux de la república de Génova saliendo a las puertas de dicha ciudad a recibir a Álvaro de Bazán (1571-1646), segundo marqués de Santa Cruz y llegado de España con una flota destinada a proteger el lugar del asedio al que estaba siendo sometido por las tropas francesas, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años.
Salón de Reinos (Madrid) 12.jpg
(c) Luis García, CC BY-SA 3.0 es
View of Salón de Reinos in Madrid (Spain) from the north-west angle.
Velázquez - de Breda o Las Lanzas (Museo del Prado, 1634-35).jpg
La obra representa el momento en que Justino de Nassau rindió la ciudad de Breda, en 1625, a las tropas españolas al mando del general Ambrosio Spínola, que aparece recibiendo las llaves de la ciudad de manos de su enemigo.
Francisco de Zurbarán 014.jpg
Don Fernando Girón y Ponce de León directs the defense of Cadiz against the attack of the English fleet under Sir Edward Cecil, later 1st Viscount Wimbledon, November 1, 1625.
Velazquez-felipeIII.jpg
Retrato ecuestre del rey Felipe III de España (1578-1621), que fue hijo del rey Felipe II de España y de la reina Ana de Austria.
Principe baltasar carlos caballo Velazquez lou.jpg
Retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos de Austria (1629-1646), que fue hijo del rey Felipe IV de España y de la reina Isabel de Borbón.
Hércules lucha con el león de Nemea, por Zurbarán.jpg
Un temible león asolaba la región de Nemea y atemorizaba a sus habitantes, impidiendo el normal desarrollo de sus tierras. Los doce trabajos de Hércules del marqués de Villena, junto a la Filosofía secreta de Juan Pérez de Moya (1585) y el Teatro de los dioses de la gentilidad de Baltasar de Victoria (1620-1624), fueron seguramente los textos de referencia para la concepción de la serie sobre los trabajos de Hércules destinada al Salón de Reinos. Villena ambientó esta escena en un paraje abrupto y pedregoso que se había convertido en refugio del león, y así se ilustra en la estampa que acompaña su narración. Zurbarán dio a su paisaje ese mismo aspecto, algo que, en cambio, no aparece en las otras fuentes grabadas que se suelen proponer como las principales referencias compositivas del pintor. Hablamos de las series de que sobre el mismo tema realizaron Cornelis Cort (1533-1578), a partir de dibujos de Frans Floris, y Hans Sebald Beham, este último en la década de los cuarenta del siglo XVI. Para este episodio el extremeño siguió la estampa de Cort en lo que se refiere a la disposición del héroe, y a Beham en la concepción y situación del león, de pie en el momento en que Hércules se abalanza hacia él y lo asfixia con los brazos tras aturdirlo con el garrote, que aparece en la pintura de Zurbarán en primer término, en el suelo. Villena se refiere a este momento y subraya la fiereza del animal. En esta pintura, es la cabeza del animal el elemento que corona la composición piramidal que dibujan las dos figuras entrelazadas, toda vez que la de Hércules se oculta parcialmente con el antebrazo derecho. El dramatismo de la escena se subraya además por la elección de una luz de atardecer que baña el cuerpo de Hércules remarcando su fuerte musculatura y el esfuerzo del momento, un recurso que se repetirá en todo el conjunto para hacer destacar a héroe, con el que se sentía emparentado Felipe IV como legítimo sucesor de los Habsburgo y titular del trono español. Como ocurre en otras historias en las que Hércules vence a un monstruo o animal fabuloso tras una difícil lucha, el triunfo sobre el león de Nemea simboliza tanto el valor del héroe, y con él, el del rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia. A propósito de este episodio concreto, el marqués de Villena ve en el león de Nemea una representación de la soberbia y de los vicios, un animal al que Hércules, al despojar de su piel, doblega para devolver la virtud y la paz a los estados. Tras matar al león, Hércules lo despellejó para convertir la piel en su vestidura, pasando a ser uno de sus atributos característicos, que se consideraba también elemento de protección (Texto extractado de Ruiz, L. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 148).
Diego Velázquez 053.jpg
Retrato ecuestre del rey Felipe IV de España (1601-1665), que fue hijo del rey Felipe III de España y de la reina Margarita de Austria.